viernes, 8 de junio de 2007

En búsqueda de una explicación…


Pensando en esto del dolor y placer como estados emocionales básicos, me bajó la curiosidad y me puse a experimentar un poco en ambas áreas tratando de encontrar comprobantes propios de esa afirmación. Eso si, creo que me fui por el lado del dolor mas bien interno y no tanto corporal, como el que se desprende del miedo.

Lo primero que quise hacer, fue correr en una vía ampliamente desocupada, algo así como una pista de aterrizaje. Y lo hice, pero mejor aún, en una bicicleta. Aquí el dolor lo provocaba el miedo a ser descubierta, pero estando allí con toda esa pista frente a mi, momentáneamente el miedo se disipó y sólo deseaba disfrutarla.

Era realmente excitante disponer de todo aquel espacio y dejarse llevar por las ruedas; andar sin manos, a ojos cerrados, sin pedalear, mirando al cielo, o hacia atrás, sin ocuparse del auto por detrás o la luz de un semáforo, ni menos aún de pasar a llevar a alguien.

Durante el lapso de tiempo en medio de la pista me sentía tan feliz, al fin podía descubrir completamente lo que podía aprender de aquel artefacto con dos ruedas, hasta me sentí un poco más segura de mi al comprobar que podía soltar el manubrio y dirigir la bicicleta solo con mi equilibrio.

Después decidí dejar la bici y comenzar a correr. . . no sentía mis piernas!!! Era extremadamente extraño porque, a pesar de poder perder en cualquier momento la dirección de mis piernas y aterrizar yo en la pista, solo pensaba en seguirlo haciendo para no dejar de experimentar esa provisoria libertad. Hasta que el desvanecimiento de mis piernas ya no me lo permitió, decidí recostarme un momento y disfrutar de ese pedacito de naturaleza a mi alrededor. Qué mejor que: en frente, cielo; a los costados, pasto; y la completitud del silente viento. . .así fue hasta que, a lo lejos, me distrae una camioneta con unas lucecitas que titilaban, solo atiné a agarrar la bicicleta y pedalear lo mas rápido posible, aunque tristemente era evidente que mis ruedas no podrían contra aquellas cuatro. . .

Esa fue de las tardes que más he disfrutado, aun reconociendo el peligro que corrí al poder ser arrastrada por las “pequeñas” ruedas de una avioneta. En fin, la vergüenza provocada por el regaño que me merecía, no fue suficiente para desprenderme de la idea de que aquellas emociones, aun con todos los perjuicios que pueden acarrear, son detonantes de muchas de las experiencias que, sin causar daño, reviven los mejores recuerdos.

De hecho el simple hecho de recibir un regalo significa poder identificarlas (directamente o mediante las emociones que de ellas se desprenden, claro.), o no?, el famoso “llanto de alegría” que, si lo pensamos, cuando eramos bebés se manifestaba en la búsqueda de un abrazo para mitigar el “susto” de los primeros días en el jardín sin la constante compañía de mamá… hasta el acto más natural, que cualquier ser humano puede llegar a realizar, encierra en sí esta extraña dependencia. . .placer y dolor.

¿Moldeados?


El tratamiento luvidico es un claro ejemplo del condicionamiento clásico, siendo la droga el reforzador, las películas de ultraviolencia el estímulo, la música de Ludwig Van el E.I.
Obligan a Alex a ser socialmente aceptado a través del condicionamiento, sin importar que le pueda perjudicar la vida.
Desde un punto de vista social esta bien aceptado, ya que esto deja de perjudicar a los integrantes de esta, pero alguna vez nos hemos detenido a pensar si realmente esta correcto esto?, si realmente es bueno condicionar a las personas para que actuen como nosotros queremos y no como realmente son?, adoptando una posicion de moldeador frente a estos casos y aun en contra de ellos mismo (las personas condicionadas).

dejamos estas preguntas para que puedan responder o bien dar su punto de vista frente a este planteamiento.






By Oscar Espinoza, Loreto Gonzales y Jose Luis Caceres :)

tema musical de hoy Eppur si muove de Haggard y La balada del diablo y la muerte de la Renga dedicado a los amigos de siempre del buda XD.

viernes, 1 de junio de 2007

Frases Sueltas

Es singular el sonido que proviene del silencio, me cuesta entender aquella incapacidad de juntar los labios y regalar un segundo repleto de silencio. Es probable que si lo compartes puedas acceder a otras formas de comunicación, como lo es la observación, los detalles, el contacto, la interpretación, etc.
Es fascinante la noche, por lo mismo. Es particularmente admirable la diferencia entre caminar una tarde de verano, que lo mismo, pero una noche de otoño. Sí, es cierto, quizás la temperatura escabulle los cuerpos al calor de una estufa, pero es la diferencia, que puede hacer irreconocible una calle por la que caminas todos los días…no hay punto de comparación. La tranquilidad es un premio que poca gente se regala, al contrario, eligen las horas repletas de incesantes “ires” y “venires”, como si el sacrificio del tiempo lo pagara un cheque a fin de mes. Y no cabe excusarse en el trabajo como necesidad para vivir, porque es algo que comparto totalmente. Pero no es necesario un día entero para descansar del estrés, sino apreciar los pequeños ratos de recreo y regalarse un minuto de “desconexión”…de algo que sirva la atiborrada agenda de rincones de esparcimiento que entrega esta ciudad, y digo “rincones” porque son pocos los lugares que entreguen esa característica. Normalmente los años te enseñan los mejores.
El paso por las calles de Santiago está siempre acompañado de inquietante nostalgia, necesidad de pasos calmos y caras templadas, y es encantador encontrarse con las excepciones. Transportan, por un momento, a la lejana ciudad natal.
Las grandes ciudades, extrañamente, guardan la sensación de “encierro”… entre sus lindantes edificios, antenas, letreros, pasos sobre nivel, etc. Es el costo del desarrollo que inmola el valor de la naturaleza, perenne e irreproducible.
Caminar, parar, hablar, callar, mirar, evadir, reír, llorar, comer, gritar, correr, comunicar, leer, entregar, abrazar, besar, amar; son algunas cosas que no se pueden dejar de hacer en la vida, pero, en sí mismas, no implican vivir…todo está en la intención, disposición y pasión con que se realicen y obviamente la búsqueda permanente de conocimiento, apertura que condiciona irreparablemente una determinada conducta.
Hay que saber apreciar las oportunidades y posibilitarlas también.
En cada individuo existe la interna demanda de un otro, hoy por hoy, escogemos, apelando a prejuicios, creencias, experiencias, etc. Y a veces esto nos lleva a olvidar que sin pobreza, no existe abundancia; ni lindo, sin feo; alto, sin bajo; delgado, sin gordo; simpático, sin pesado; orgullo, sin humildad; extrovertido, sin tímido; amor, sin odio…
Probar el dejar de lado nuestros propios intereses para conocer un segundo de “huida”, no es solo salud mental, sino también, conocer algo más de nuestra idiosincrasia y , por ende, de uno mismo.